Concurso para desarrollar 60 casas en una parcela en Dos Hermanas, en las afueras de Sevilla. Las bases del concurso establecían que la eficiencia era clave, y debido a las regulaciones locales solo se permitía una arquitectura inspirada en la tradición, tuvimos el desafío de encontrar algo contemporáneo para ubicarnos en un sitio muy limitado.

La privacidad y la luz son fundamentales al diseñar casas adosadas en sitios estrechos y determinan la relación entre el interior y el exterior. Hacia la fachada frontal, los volúmenes se rompen dando un paso atrás y adelante creando pequeños jardines de acceso y evitando las miradas del vecino mientras que en la parte posterior, las fachadas se mueven en zigzag para mirar hacia adentro, cada una hacia sus propios jardines. La fachada frontal del primer piso está retranqueada y angulada para maximizar las vistas y la luz del día. La fachada se materializa mediante paneles texturizados de hormigón prefabricado y cortadores verticales de acero cortén. Usando el eje perpendicular a las calles se consigue que la parcelación sea uniforme a lo largo de las fachadas exteriores. Las fachadas interiores se posicionarían contrapeadas para optimizar el aprovechamiento del solar. De esta manera, se consigue repetir el mismo módulo de vivienda en hilera cuando no está en esquina. El uso de viviendas en L permite que tengan jardines delanteros y traseros a la vez que conserva la privacidad de la vivienda.

La propuesta trata también de invitar al usuario a recorrer la estancias siempre con referencias hacia el exterior. Para ello se ha incluido una primera toma de contacto en el vestíbulo de entrada, proponiendo un ventanal asociado a una zona de grava con plantas. Ese mismo ventanal se ha repetido en el distribuidor de la planta superior. En esta primera planta, hay zonas naturales exteriores que actúan de barrera para las habitaciones. En la habitación principal una terraza tamiza la cercanía a la calle, mientras que en las habitaciones secundarias se tienen vistas al jardín trasero. Usar materiales naturales, tipo gra­va o piedra, junto con plantas, con­tribuye a que parezca que el exterior ha entrado en el interior. También se han propuesto puertas de vidrio plegables entre en el salón-cocina y exteriores, de manera que la barrera física entre esos espacios desapa­rezca. En los interiores se ha optado por la continuidad de los materiales, mediante mobiliario empotrado y elementos que se prolongan de una estancia a otra, focalizando de esta manera las distintas áreas. Los materiales y colores se han dispuesto creando atmósferas distintas. La zonificación se ha propuesto mediante iluminación indirecta, carriles, falsos techos a distintas alturas que integren el A/C, techos más bajos, etc. La escalera actúa tanto de distribuidor como de almacenaje. Una ventana en el recibidor permite que la luz bañe no solo el hall y el comedor, sino también las propias escaleras y áreas superiores.

Se desarrollaron dos opciones de cocina, para que el cliente pudiera elegir cuál fuera la que le gustaba más, una cocina abierta al salón, buscando que la vivienda tuviera visuales más largas y unificando los espacios para que los usuarios de las mismas estuvieran acompañados mientras desarrollaran las actividades en esas estancias (cocinar, leer, etc.) La opción de la cocina cerrada permite compartimentar más el espacio, consiguiendo una vivienda más acogedora. Se propuso una habitación estudio en la parte frontal de la vivienda, un espacio flexible para la oficina en casa que también se podría utilizar su área como habitación secundaria.